Bonsái de olivo: una pieza decorativa de exquisita elegancia
De tradición milenaria y gran simbolismo, los bonsáis se han convertido en la actualidad en una pieza decorativa que otorga elegancia y distinción a hogares de todo el mundo. Aunque se les atribuye un complejo cuidado, lo cierto es que cualquiera puede disfrutar de estos árboles en miniatura, siempre que nos decantemos por especies autóctonas, como el bonsái de olivo, y sigamos unos consejos básicos.
Un arte milenario
Si bien sus inicios se asocian con Japón, los bonsáis surgieron en China hace más dos mil años, como símbolo de eternidad para los monjes taoístas. Posteriormente, su cultivo proliferó por todo Asia, especialmente en Japón, donde estas plantas adornaban las casas de la aristocracia. De hecho, las familias niponas de alta alcurnia debían demostrar su abolengo mediante la posesión de un ejemplar con al menos 300 años de antigüedad, lo que confirió a este arte florar milenario su majestuosidad y exclusividad.
Sin embargo, en la actualidad, sus suntuosas formas y peculiar estética los han convertido en un extendido objeto de deseo a lo largo y ancho de todo el planeta, reforzados por la actual tendencia de decoración con elementos naturales.
La buena noticia es que, a pesar del mito sobre la dificultad de su cultivo y mantenimiento, cualquier especie arbórea puede transformarse en un espectacular bonsái aplicando las técnicas propias de esta tradición.
En nuestro caso, las variedades autóctonas, como el tejo, la sabina, la encina, el majuelo o el haya son las más apropiadas por su capacidad para adaptarse al clima local. Junto a ellas, el bonsái de olivo (olea europea) se alza como una gran elección para aplicar esta técnica oriental, tanto por la belleza de sus retorcidos troncos, como por el pequeño tamaño de sus perennes hojas lanceonadas. ¿Te apuntas a esta estética tendencia decorativa?
¿Cómo crear tu propio bonsái de olivo desde cero?
Si quieres cultivar un olivo en miniatura desde cero, el proceso no es excesivamente complejo, gracias a que esta especie enraíza con cierta facilidad. Además, cualquier variedad de olivo es adecuada para crear tu propio bonsái, aunque es habitual usar acebuche (olivo silvestre) para este fin decorativo.
¿Qué tienes que hacer? Selecciona un esqueje o ramita de un olivo adulto, plántalo en un macetero con un buen sustrato y riégalo. Procura que no sea excesivamente grande, pues resultará más difícil que agarre en su nueva ubicación: entre 5 y 10 centímetros de altura y de 2 a 5 milímetros de diámetro sería lo óptimo. Además, si cortas el tallo en un ángulo de 45 grados antes de insertarlo en la tierra facilitarás su germinación.
En pocas semanas empezarás a ver el crecimiento del esqueje y, paulatinamente, comprobarás cómo va cogiendo fuerza tu bonsái de olivo.
¿Cómo cuidar el bonsái de olivo?
Tanto si te decantas por crear tu propio bonsái de olivo como si optas por adquirir uno ya formado, es importante mantener una serie de pautas. No son muy tediosas ni exigentes, pero sí imprescindibles para lograr esa joya arbórea que engalane cualquier emplazamiento.
Este tipo de árbol en miniatura no deja de ser un olivo, por lo que debes mantener unas condiciones atmosféricas similares a las de los ejemplares naturales, es decir, es recomendable que esté al aire libre y, sobre todo, en sitios con mucha luz directa. Si en tu zona bajan mucho las temperaturas, tendrás también que proteger tu bonsái de olivo frente a las heladas.
Por lo demás, un riego normal (dos veces semanales en verano y una en invierno), abono abundante (mensualmente desde primavera hasta otoño), así como un trasplante a un nuevo tiesto cada dos años serán las únicas demandas que te pedirá el árbol en miniatura.
Eso sí, para conseguir una pieza decorativa única, debes mimar con frecuencia a tu bonsái, podándolo cuando sea necesario para moldear una provocativa forma que atraiga todas las miradas.
En Hacienda Guzmán contamos con un magnífico ejemplar de bonsái de olivo. ¿Qué te parece el nuestro?