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¿Cómo impacta el frío en el olivar?

¿Cómo impacta el frío en el olivar y en el aceite de oliva?

Llegan los meses de invierno y, con ellos, las bajas temperaturas, la nieve y las heladas. Unos fenómenos meteorológicos a los que los productores de aceite de oliva no quitan ojo por las consecuencias que tiene el frío en el olivar, más después de lo ocurrido en 2021 a causa del temporal Filomena ¿Cuáles son estos efectos y cómo afecta a la calidad del AOVE? Te lo contamos en este post.

El frío en el olivar, un enemigo de la producción

El cultivo de olivo es propio de las zonas de secano, con temperaturas moderadas y clima mediterráneo. Por tanto, lo primero que debes saber es que el frío extremo, igual que un exceso de lluvias, no sienta bien a este tipo de agricultura.

Cuando llega el invierno, el crecimiento del olivo se paraliza, como si entrara en hibernación desde diciembre a marzo. De hecho, en este estado de parada vegetativa, el olivar puede soportar temperaturas de entre -15º y -19º.

Entonces, por qué no es bueno el frío en el olivar, te preguntarás. En este periodo, el árbol puede soportar las heladas y la nieve. Sin embargo, si estas son muy intensas, se prolongan durante mucho tiempo o se producen fuera de esos meses, los efectos pueden resultar desastrosos.

Y es que las bajas temperaturas afectan al desarrollo de las yemas e, incluso, si el temporal se prolonga mucho tiempo el estrés térmico puede causar la muerte de esos nuevos brotes o del propio árbol. Además, las heladas también causan una defoliación y decoloración de las hojas del olivo, reduciéndose la capacidad de fotosíntesis del ejemplar, y originan que el tronco y las ramas se agrieten, facilitando la entrada de hongos y bacterias. 

Esto supone que, en años muy gélidos y/o con heladas en la época de floración (que tiene lugar de abril a mayo) y de crecimiento (que comienza a partir de mayo), la producción de aceite de oliva puede verse comprometida en cantidad y calidad, ya que los ejemplares pierden su poder fructífero para la siguiente campaña. ¿Qué podemos los implicados en la olivicultura hacer frente a esto?

Mecanismos de protección ante las bajas temperaturas

Afortunadamente, la naturaleza es sabia y el propio árbol desarrolla durante el invierno mecanismo de defensa para paliar el impacto del frío en el olivar.

Por un lado, la caída del termómetro provoca que el árbol lleve a cabo unos cambios metabólicos y bioquímicos que le permiten endurecerse. Es lo que se conoce como aclimatación. Eso sí, este proceso tiene lugar en los meses invernales, volviendo a su estado previo conforme arranca la primavera. De este modo, si las heladas se producen después, el árbol ya no estará protegido, sufriendo daños severos.

Por otro lado, el frío en el olivar también es combatido con un sobre-enfriamiento. Se trata de un proceso natural por el que el árbol mantiene por debajo de los cero grados el agua que hay en su interior, evitando que se congele cuando hiela. Así se evita que la formación de hielo dentro de la corteza produzca la muerte de los tejidos.

También los productores de AOVE podemos ayudar al árbol en su lucha contra las bajas temperaturas. En este sentido, es importante evitar la poda en otoño, ya que impide que el olivo se aclimate antes de la llegada del frío. De igual modo, fertilizar los cultivos de forma tardía, en julio o agosto, provocará que salgan nuevos brotes en otoño que se perderán en cuanto lleguen las heladas. Por último, conviene regar el olivar de manera abundante durante la primavera, facilitando su recuperación tras el duro invierno.

Junto a esto, no hay que olvidar tampoco que no todas las variedades de aceituna soportan las bajas temperaturas de igual forma. Por eso, apostar por especies autóctonas o bien adaptadas al clima de la zona es vital para que las almazaras puedan conseguir una cosecha óptima.

Es lo que hacemos en Hacienda Guzmán, donde producimos aceites de oliva virgen extra a partir de las variedades Hojiblanca, Arbequina y Manzanilla, muy arraigadas en la provincia de Sevilla. Además, para garantizar la calidad Premium que caracteriza a nuestros AOVE, realizamos durante todo el año un seguimiento de las 340 hectáreas de explotación ecológica de nuestra finca de La Rinconada, seleccionando en cada campaña solo aquellas parcelas con mejor productividad y calidad del fruto.

¿El resultado? Un producto exclusivo, de muy alta calidad que pretende expresar el compromiso con nuestra tierra, nuestro saber hacer y la historia que nos acompaña. Si aún no lo conoces, pruébalo.