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Depresión postvacacional: cómo afecta a nuestra dieta la vuelta a la rutina

Depresión postvacacional: cómo afecta a nuestra dieta la vuelta a la rutina

El final del verano llegó –que diría el Dúo Dinámico- y con él el adiós a una época que la mayoría asociamos con el descanso, el relax, la felicidad y el placer. Toca afrontar la vuelta a la rutina y esta reactivación de los hábitos y las obligaciones no siempre nos resulta fácil de llevar. En muchas ocasiones, trasladamos este estado de ánimo reactivo a la nutrición, utilizando la comida como vía de escape. ¿Sientes que no eres capaz de seguir unas pautas saludables tras el descanso estival? Te explicamos qué es la depresión postvacacional, cómo afecta a nuestra dieta y qué podemos hacer para superar con éxito el proceso de adaptación al día a día.

¿Qué es el síndrome postvacacional?

La depresión o estrés postvacacional hace referencia a un trastorno en el que la persona que lo padece se encuentra en un estado de malestar físico y emocional como consecuencia de la falta de adaptación del periodo de vacaciones a la vuelta a la rutina. Seguro que, después de tu merecida pausa, te encuentras más cansado, apático y desmotivado en términos generales, ¿verdad? Algunos expertos señalan la reducción de los niveles de adrenalina que lleva aparejado el final de las vacaciones como el origen biológico de este síndrome.

Si bien esa sensación es más frecuente en las personas con menor tolerancia a la frustración, a todos –en mayor o menor medida- nos cuesta adaptarnos a la nueva situación. Volver a la normalidad después de un largo viaje en un destino soñado, retomar un trabajo que no nos satisface al 100%, retornar al bullicio de la ciudad con su estresante tráfico y ruido, someternos de nuevo a los horarios, disminuir los encuentros sociales, recuperar unas pautas de alimentación más estrictas tras unas semanas ‘consintiéndonos’… son también detonantes de este síndrome.

Eso sí, es un trastorno de carácter adaptativo y de corta duración; no suele extenderse más de 15 días. En este sentido, no es reconocido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como enfermedad o trastorno mental, sino que es catalogado como fenómeno psicoemocional. Aun así, su incidencia es muy alta: según un estudio elaborado por Lee Hecht Harrison, cuatro de cada diez españoles (el 41%) sufre este síndrome y el 59% restante también experimenta algún síntoma relacionado con la depresión posvacacional, como puede ser su impacto en la alimentación.  

¿Cuáles son sus síntomas?

Pese a no estar ante una patología como tal, esto no quiere decir que sus efectos no sean reales y nos causen un impacto negativo, afectando especialmente a nuestro estado de ánimo, capacidad de adaptación y rendimiento. Aunque las manifestaciones de la depresión postvacacional van a variar de una persona a otra, en términos generales, este síndrome se caracteriza por los siguientes síntomas:

  • Estrés
  • Decaimiento
  • Apatía
  • Irritabilidad
  • Fatiga física
  • Falta de concentración
  • Somnolencia
  • Dolor de cabeza
  • Ansiedad
  • Depresión

¿Cómo afecta la depresión post-vacacional a nuestra dieta?

Además, el síndrome postvacacional afecta a nuestra dieta. No podemos olvidar que, durante el verano, solemos relajar nuestros hábitos alimenticios, con unos horarios menos rígidos y comidas improvisadas y menos saludables. Por tanto, la primera evidencia de la depresión postvacacional y cómo afecta a nuestra dieta será la dificultad para recuperar la rutina a la hora comer.

Esta readaptación es principalmente a nivel mental, pero también físico. ¿Notas que se te abre el apetito a media tarde, justo a la hora en la que te tomabas un helado en la playa? ¿O sientes que tu cuerpo te pide una cerveza para comer? ¿O percibes que el plato que en mayo era más que suficiente ahora no te sacia? La depresión postvacacional también genera sensaciones a nivel fisiológico que debemos observar.

Por último, al estar sometidos a un estado de ansiedad y depresión por la reactivación de las responsabilidades, se originan alteraciones en los hábitos alimenticios. Es decir, tendemos a canalizar ese estado emocional a través de la comida. Los estudios científicos han investigado la depresión postvacacional y cómo afecta a nuestra dieta, evidenciando una relación entre este trastorno y la ingesta de alimentos hipercalóricos y ricos en azúcares simples y grasas. De ahí que sea habitual que, además del aumento de peso que solemos registrar durante las vacaciones, tengamos que añadir unos kilos más en esas primeras semanas tras el parón veraniego.

¿Cómo podemos cuidar la nutrición durante la vuelta a la rutina?

Ahora bien, una vez que conocemos cómo afecta el síndrome postvacacional a nuestra dieta, resultará más fácil reconocer el trastorno y adoptar medidas para minimizar sus efectos en nuestra salud. ¿Qué podemos hacer para poner en orden nuestros hábitos alimenticios?

  • Lo primero es tratar de no descuidar demasiado la dieta durante las vacaciones, pues si seguimos unas normas básicas nos será mucho más fácil recuperar el ritmo tras el verano.
  • Es recomendable volver de las vacaciones unos días antes de que acaben los días libres. De esta forma, podremos organizar el plan de comidas e ir al supermercado y, así, empezar con unas pautas adecuadas desde el primer día.
  • Es imprescindible seguir el menú semanal establecido, incluyendo cinco comidas al día para potenciar la actividad de nuestro metabolismo, evitar espacios prolongados sin ingesta de alimentos que nos lleven a ‘picar’ entre horas y facilitar la adaptación digestiva. Ahora bien, podemos realizar esta adaptación de forma gradual, reduciendo el consumo de alimentos ricos en grasas saturadas y azúcares simples, así como el alcohol o las sustancias excitantes, poco a poco, para aminorar el riesgo de recaída.
  • La dieta debe ser equilibrada, incorporando una gran cantidad de frutas y verduras que nos permitan aumentar la ingesta de fibra y antioxidantes. También son aconsejables alimentos como almendras, soja, pavo y las alubias secas, ricos en glutamina, un aminoácido que aporta energía para el cerebro. Asimismo, es conveniente incluir alimentos saludables, pero con alto poder saciante, como el aceite de oliva virgen extra, especialmente indicado para dietas de adelgazamiento.
  • No debemos descuidar la deshidratación. Nuestro cerebro es un 75% agua, por lo que beber la cantidad de agua recomendada ayudará a que nuestras neuronas estén a pleno rendimiento en un momento en el que necesitamos hacer un esfuerzo mental extra.
  • Podemos apostar por ‘mood foods’, es decir, alimentos que producen felicidad gracias a su alto contenido en sustancias que disparan la serotonina, la hormona del placer, como triptófano, teobromina, fenilalanina, tirosina, vitaminas B y C, los ácidos grasos Omega 3, magnesio, hierro, fósforo, selenio, litio, zinc o capsaicina. El pescado azul, las nueces, el chocolate, el aguacate o el AOVE son algunos ejemplos de estos superalimentos.
  • Debemos complementar la dieta con algo de ejercicio, como andar o salir en bicicleta, ahora que todavía hace buen tiempo, reactivar la suscripción del gimnasio o probar nuevos deportes. Esto nos ayudará a mantener el cuerpo activo y la mente distraída.
  • Tampoco hay que olvidar que la diversión no tiene por qué terminar en septiembre. Aunque nuestra agenda no nos permitirá dedicar tanto tiempo al ocio, es esencial mantener una vida social rica. Seguir haciendo planes interesantes y reunirnos con amigos y familiares tras las vacaciones es un buen mecanismo para luchar contra el malestar anímico de la depresión postvacacional y sobre cómo afecta a nuestra dieta.

 

Respecto a este último punto, te hacemos una propuesta: ¿qué te parecería descubrir todo lo relativo al aceite de oliva virgen extra y su legado cultural en un entorno sin parangón? En Hacienda Guzmán te invitamos a que reserves en septiembre tu ruta de oleoturismo por nuestra finca de La Rinconada, una almazara con más de cinco siglos de historia. Sin duda será un acicate para que la vuelta a la rutina te deje buen sabor de boca.