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Tipos de cultivo del olivo

Tipos de cultivo del olivo: tradicional, intensivo y superintensivo

El cultivo del olivo es uno de los más extendidos en España, alcanzando en la actualidad una superficie de unos 2,65 millones de hectáreas. Sin embargo, los orígenes de esta especie, propia de climas mediterráneos –con inviernos suaves y veranos calurosos- se remontan mucho tiempo atrás.

Fueron los fenicios quienes, allá por el año 1.100 a.C., introdujeron el árbol del olivo en la Península Ibérica. Más tarde, serían los romanos los responsables de la expansión del cultivo del olivo, así como los impulsores de la producción de aceite, algo que continuaría en el periodo árabe hasta nuestros días.

En cualquier caso, se trata de un árbol que necesita una gran cantidad de luz y es sensible a la humedad excesiva del suelo, aunque hoy día, podemos diferenciar tres sistemas principales de cultivo del olivo: tradicional, intensivo y cultivo superintensivo.

Cultivo del olivo tradicional

El cultivo de olivo tradicional es el más usado a nivel internacional, especialmente en países con gran tradición oleica como España, Italia o Grecia.

Suele ser de densidad baja, es decir, la concentración de unidades por espacio se sitúa entre 80 y 100 olivos por hectárea, y los árboles pueden llegar a necesitar decenas de años para alcanzar su momento óptimo de producción, convirtiéndose muchos en centenarios.

Dentro del cultivo del olivo tradicional, es posible diferenciar entre:

  • Mecanizable. Es aquel en el que el terreno tiene poca inclinación, inferior al 20% y permite introducir maquinaria en fases de la recolección o tareas como la aplicación de tratamientos. En algunos casos, y en función de las características del suelo, es posible cambiar a un sistema intensivo al incrementar el número de olivos.
  • No mecanizable. En este caso, el terreno tiene una inclinación mayor al 20%, lo que supone que no se usen máquinas en ninguna fase de la cosecha y todo el proceso sea manual.

Como consecuencia de estas circunstancias, la producción del cultivo del olivo tradicional es, a veces, limitada y más costosa, dado que hay menos ejemplares por metro cuadrado y requiere de mayor inversión en tiempo y mano de obra. Sin embargo, el hecho de ser un cultivo casi silvestre, ofreciendo a cada árbol un mayor espacio para crecer, las inversiones en reposición de los olivos, riego y uso de fertilizantes y abonos son menores.

Cultivo del olivo intensivo

En el cultivo del olivo intensivo, en cambio, la densidad es de entre 200 y 600 árboles por hectárea, separados en hileras de unos 6 metros de ancho, con el objetivo de incrementar la rentabilidad de la producción.

Esta mayor ratio de unidades por metro reduce la longevidad de los árboles, que pueden llegar a vivir más de 40 años, aumentando al mismo tiempo el coste de plantación de nuevos ejemplares. Como contrapartida, el cultivo intensivo posibilita la mecanización de las tareas de cuidado y recolección, incorporando técnicas de riego por goteo o el uso de máquinas vibradoras que economizan la inversión en mano de obra.

Cultivo del olivo superintensivo

Por último, si hay un tipo de cultivo del olivo con el que la producción obtenida es mayor, ese el superintensivo. Se diferencia con el anterior en que se pueden alcanzar hasta 2.000 árboles por hectárea y la distancia entre las filas de olivos se reduce hasta los 4 metros. De este modo, estos terrenos consiguen una mayor rentabilidad por metro cuadrado.

Ahora bien, en el cultivo superintensivo, los olivos tienen una vida útil media de unos 14 años, siendo necesario volver a plantarlos transcurrido ese tiempo, además de que la menor ventilación e iluminación existente entre los árboles aumenta el riesgo de enfermedades. Por otro lado, la mecanización de la recolección es total, desde el derribo del fruto hasta su rápido transporte hasta la almazara, y la supervisión del cultivo mayor, pero es esencial guiar a los olivos durante su desarrollo y llevar a cabo podas especiales.

Cultivo ecológico de Hacienda Guzmán

En los últimos años, el incremento del cultivo del olivo superintensivo frente al tradicional, ha generado en el sector la necesidad de buscar formas de explotación menos agresivas con el medio ambiente que han desembocado en el desarrollo del cultivo del olivo ecológico.

Se trata de un sistema de producción sostenible, en el que se lleva a cabo una gestión racional del suelo, apostando por prácticas agrarias respetuosas con el entorno natural y su biodiversidad. No emplea ni fertilizantes sintéticos, ni plaguicidas químicos y usa sólo abonos de origen orgánico.

En Hacienda Guzmán, toda nuestra producción de aceite de oliva virgen extra procede de las 340 hectáreas de olivar ecológico reconocidas por el Comité Andaluz de Agricultura Ecológica (CAAE). De entre los mejores árboles, seleccionamos a mano los frutos de mayor calidad y reducimos al mínimo los tiempos de transporte y molturación de las aceitunas, lo que contribuye a conservar un alto porcentaje de sus propiedades organolépticas y a obtener un aceite de oliva virgen extra ecológico de máxima calidad.